Encontrados 352 resultados para: Desierto

  • Los saqueadores han subido a todas las alturas peladas del desierto, pues Yavé tiene una espada que devora de un extremo al otro del país y nadie se salvará. (Jeremías 12, 12)

  • Los dispersaré, pues, como paja liviana arrebatada por el viento del desierto; (Jeremías 13, 24)

  • Es como mata de cardo en la estepa; no sentirá cuando llegue la lluvia, pues echó sus raíces en lugares ardientes del desierto, en un solar despoblado. (Jeremías 17, 6)

  • Lograrán que su país se vuelva un desierto, un objeto de risa eterna: todo el que pase quedará sorprendido de eso y meneará la cabeza. (Jeremías 18, 16)

  • Transformaré este lugar en un desierto, en un objeto de risa, de manera que cualquiera que pase quedará admirado y silbará al ver tantas heridas. (Jeremías 19, 8)

  • Pues así se expresa Yavé respecto a este palacio de Judá: Me gustaría verte ensalzado como el país de Galaad, como una cumbre del Líbano, mas te voy a dejar hecho un desierto o una ciudad sin habitantes. (Jeremías 22, 6)

  • «El país está repleto de adúlteros; y porque los he maldecido, el país está de duelo y se han secado los oasis del desierto. Corren para hacer el mal y se empeñan en actuar injustamente. (Jeremías 23, 10)

  • Todo este país será saqueado y quedará reducido a un desierto, y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años. (Jeremías 25, 11)

  • que viven en el desierto, (Jeremías 25, 24)

  • El león ha dejado su guarida, y la tierra se ha convertido en un desierto, bajo los golpes de la espada destructora. (Jeremías 25, 38)

  • Esto dice Yavé: El pueblo que se salvó de la espada enfrenta la calor del desierto, Israel se está dirigiendo al lugar de su reposo. (Jeremías 31, 2)

  • En aquel tiempo comprarán campos en este país que ustedes consideran como un desierto, al quedar sin hombres ni animales, a merced de los caldeos. (Jeremías 32, 43)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina