Encontrados 234 resultados para: Cambio

  • Cuando nuestros enemigos tenían hambre, sintieron asco ante el aspecto horroroso de los animales que les enviaste; tu pueblo, en cambio, después de una breve privación, disfrutó de un alimento exquisito. (Sabiduría 16, 3)

  • Era necesario que se castigara a los opresores con un hambre implacable, y que tu pueblo, en cambio, viera de qué manera eran torturados sus enemigos. (Sabiduría 16, 4)

  • Tus hijos, en cambio, resistían aun a las dentelladas de las serpientes venenosas, y esto porque dabas una muestra de misericordia y los salvabas. (Sabiduría 16, 10)

  • otras, en cambio, la llama surgía con más fuerza bajo el aguacero para destruir las cosechas de un país perverso. (Sabiduría 16, 19)

  • sobre ellos en cambio pesaba una abrumadora noche, imagen de las tinieblas que les tocarían en suerte un día: ¿no eran en sí mismos más pesados que las tinieblas? (Sabiduría 17, 20)

  • El Señor controla los ejércitos celestiales, y los hombres, en cambio, no son más que tierra y ceniza. (Sirácides (Eclesiástico) 17, 32)

  • La conversación de un hombre de Dios tiene siempre su sabiduría; el insensato en cambio es cambiante como la luna. (Sirácides (Eclesiástico) 27, 11)

  • Un estómago liviano produce un sueño sano; uno se levanta temprano y con la cabeza despejada. En cambio el insomnio, los vómitos y las diarreas esperan al hombre glotón. (Sirácides (Eclesiástico) 31, 20)

  • El hombre prudente no descuida la reflexión; en cambio el orgulloso indiferente no tiene miedo a nada. (Sirácides (Eclesiástico) 32, 18)

  • La Ley en cambio se cumplirá sin falta: es sabia en lo que dice, fiel en lo que promete. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 8)

  • La generosidad, en cambio, es como un jardín de bendiciones, la misericordia permanece para siempre. (Sirácides (Eclesiástico) 40, 17)

  • En cambio, nada tienen de herencia en la tierra de su pueblo, no tienen su parte con el pueblo; porque el Señor dijo: "Yo seré la parte que le toca en herencia". (Sirácides (Eclesiástico) 45, 22)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina