Encontrados 50 resultados para: �Gedeón

  • Gedeón se dirigió a la gente de Sucot y les dijo: «Aquí tienen a Zebaj y Salmuná, por quienes me hicieron burla diciendo: ¿Acaso has sujetado ya las manos de Zebaj y Salmuná para que demos pan a tus tropas hambrientas?» (Jueces 8, 15)

  • Respondió Gedeón: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. Vive Yavé, que si los hubieran dejado vivos no los mataría a ustedes.» (Jueces 8, 19)

  • Zebaj y Salmuná dijeron entonces: «Levántate tú y mátanos, porque, según es el hombre, es su valentía.» Gedeón se levantó y los mató a los dos, y tomó para sí los adornos que sus camellos llevaban al cuello. (Jueces 8, 21)

  • Los israelitas dijeron a Gedeón: «Ya que nos salvaste de los madianitas sé tú nuestro rey, y después de ti tu hijo y los descendientes de tu hijo.» (Jueces 8, 22)

  • Pero Gedeón respondió: «No seré yo ni mi hijo quien reine en Israel, sino que Yavé es nuestro rey.» (Jueces 8, 23)

  • Gedeón agregó: «Sólo quiero pedirles que me dé cada uno de ustedes un anillo de los del botín.» Esto lo dijo Gedeón, porque los vencidos eran ismaelitas, cuyos anillos eran de oro. (Jueces 8, 24)

  • Le contestaron: «Te lo damos con mucho gusto.» Entonces Gedeón extendió su manto y cada israelita echó un anillo de su botín. (Jueces 8, 25)

  • Con este dinero, Gedeón se hizo un ídolo que puso en su ciudad de Ofrá, y de todas partes de Israel la gente empezó a ir a ese lugar, apartándose de Yavé. Esa fue la trampa en que cayó Gedeón y los suyos. (Jueces 8, 27)

  • Por lo demás fueron humillados los madianitas de tal manera que hubo paz en Israel durante cuarenta años, mientras vivió Gedeón. (Jueces 8, 28)

  • Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiezer. (Jueces 8, 32)

  • Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse tras de los Baales y tomaron por Dios a Baal-Berit. (Jueces 8, 33)

  • Tampoco fueron agradecidos con la familia de Jerubaal-Gedeón, por todo el bien que había hecho a Israel. (Jueces 8, 35)


“É difícil tornar-se santo. Difícil, mas não impossível. A estrada da perfeição é longa, tão longa quanto a vida de cada um. O consolo é o repouso no decorrer do caminho. Mas, apenas restauradas as forças, é necessário levantar-se rapidamente e retomar a viagem!” São Padre Pio de Pietrelcina