Encontrados 207 resultados para: �Nunca

  • Entiéndanme bien, hermanos: lo que es carne y sangre no puede entrar en el Reino de Dios. En la vida que nunca terminará no hay lugar para las fuerzas de descomposición. (1º Carta a los Corintios 15, 50)

  • Y poderoso es Dios para bendecirles de mil maneras, de modo que nunca les falte nada y puedan al mismo tiempo cooperar en toda obra buena. (2º Carta a los Corintios 9, 8)

  • Sin embargo hemos reconocido que las personas no son justas como Dios las quiere por haber observado la Ley, sino por la fe en Cristo Jesús. Por eso hemos creído en Cristo Jesús, para ser hechos justos a partir de la fe en Cristo Jesús, y no por las prácticas de la Ley. Porque el cumplimiento de la Ley no hará nunca de ningún mortal una persona justa según Dios. (Carta a los Gálatas 2, 16)

  • Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos. (Carta a los Efesios 6, 18)

  • Nunca los halagamos con palabras bonitas, como ustedes saben; ni tampoco buscamos dinero, y esto lo sabe Dios. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 5)

  • que siempre están aprendiendo y nunca llegan al conocimiento de la verdad. (2º Carta a Timoteo 3, 7)

  • Por eso Dios también confirmó su promesa con un juramento, para demostrar a sus destinatarios que nunca cambiaría su decisión. (Carta a los Hebreos 6, 17)

  • pero en la segunda tan sólo entra el sumo sacerdote una sola vez al año, y nunca sin la sangre que va a ofrecer por sus extravíos y por los del pueblo. (Carta a los Hebreos 9, 7)

  • Los sacerdotes están de servicio diariamente para cumplir su oficio, ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca tienen el poder de quitar los pecados. (Carta a los Hebreos 10, 11)

  • No corran tras el dinero, sino más bien confórmense con lo que tienen, pues Dios ha dicho: Nunca te dejaré ni te abandonaré. (Carta a los Hebreos 13, 5)

  • Cuando ustedes celebran sus comidas fraternales, ellos lo echan todo a perder. Comen como sinvergüenzas sin otra preocupación que la de su propio estómago. Son como nubes llevadas por el viento y que nunca traen la lluvia, como árboles de fines de otoño en los que no se encuentran frutos, dos veces muertos. (Carta de Judas 1, 12)

  • El vencedor vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre del libro de la vida, sino que proclamaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles. (Apocalipsis 3, 5)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina