Sabiduría, 5
8. ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos enorgullecíamos?
8. ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos enorgullecíamos?
El Libro de la Sabiduría, Capítulo 5, habla sobre la recompensa de los justos y el castigo de los malvados después de la muerte. El capítulo describe la angustia y la desesperación de los malvados cuando se dan cuenta de que su vida terrenal ha llegado a su fin y será juzgado por sus acciones. Los siguientes versos abordan temas relacionados con este tema:
Proverbios 11:18: "El malvado gana gana engañosa salario, pero quien siembra justicia recibe una verdadera recompensa". Este versículo muestra la diferencia entre las recompensas terrenales engañosas de los malvados y la verdadera y duradera recompensa de los justos.
Eclesiastés 12:14: "Porque Dios juzgará todo lo que se ha hecho, incluido todo lo que está oculto, sea bueno o malo". Este versículo indica que incluso si las acciones malvadas pueden pasar desapercibidas a los ojos de los hombres, no pasarán desapercibidos a los ojos de Dios, lo que traerá todo a juzgar.
Mateo 25:46: "Y irán al castigo eterno, pero los justos para la vida eterna". Este versículo habla de la separación final entre los malvados y los justos, que recibirán castigos y recompensas eternos, respectivamente.
2 Corintios 5:10: "Porque todos debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo, que cada uno recibe lo que merecía, de acuerdo con el bien o el mal que ha hecho mientras estaba en su cuerpo". Este versículo refuerza la idea de que todos serán juzgados por sus acciones en la vida terrenal.
Apocalipsis 20:12: "Vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono, y se abrieron libros. Se abrió otro libro, el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que habían hecho, de acuerdo con lo que fue registrado en los libros ". Este versículo describe el juicio final y cómo se juzgará cada uno de acuerdo con sus acciones registradas en los libros.
“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina
