28. Cuiden de sí mismos y de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les ha puesto como obispos (o sea, supervisores): pastoreen la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina