Evangelio según San Juan, 4
14. pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.»
14. pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.»
El Capítulo 4 del Evangelio de Juan informa la reunión de Jesús con una mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Durante la conversación, Jesús revela que él es el Mesías esperado y la mujer compartirá las noticias con sus compatriotas. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
1 Corintios 3:6: "Planté, Apolo regó, pero fue Dios quien dio el crecimiento". Este versículo se refiere a la metáfora de la cosecha que Jesús usa durante la conversación con la mujer samaritana, lo que demuestra que la semilla que plantó germinará a la vida eterna.
Juan 6:35: "Soy el pan de vida, el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca será sediento". En este versículo, Jesús usa un lenguaje metafórico para explicar que él es la fuente de agua viva, que apaga la sed espiritual de la mujer samaritana.
Salmo 36:9: "Porque la fuente de vida está en ti; gracias a tu luz vemos la luz". Este salmo se relaciona con la revelación de Jesús con la mujer samaritana como la fuente de agua viva y la luz que guía para la salvación.
Juan 7:38: "Quien cree en mí, como dice la Escritura, los ríos de agua viva saldrán de su útero". Este versículo se relaciona con la metáfora del agua viva utilizada por Jesús durante la conversación con la mujer samaritana y muestra cómo la fe en Jesús puede desbordarse en bendiciones a los demás.
1 Juan 4:16: "Y sabemos y creemos en el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es el amor, y el que permanece enamorado permanece en Dios, y Dios en Él". Este versículo se relaciona con el mensaje de amor que Jesús comparte con la mujer samaritana y muestra cómo la fe en Dios puede transformar la vida de las personas.
“Vive-se de fé, não de sonhos.” São Padre Pio de Pietrelcina
