22. Así, el día de la batalla de Micmás, nadie del ejército que estaba con Saúl y Jonatán tenía en la mano una espada o una lanza. Sólo la tenían Saúl y su hijo Jonatán.





“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina