Encontrados 43 resultados para: ceniza

  • Abrahán replicó: "Soy en verdad muy atrevido insistiendo ante mi Dios, yo, que soy polvo y ceniza. (Génesis 18, 27)

  • El Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Tomad un puñado de ceniza de horno y que Moisés la tire al aire en presencia del Faraón. (Exodo 9, 8)

  • Tomaron ceniza de horno y, presentándose ante el Faraón, Moisés la esparció por el aire y produjo úlceras y tumores en hombres y animales. (Exodo 9, 10)

  • el sacerdote, revestido de la túnica y los calzones de lino, quitará la ceniza del fuego que ha consumido el holocausto sobre el altar y la pondrá a un lado del altar. (Levítico 6, 3)

  • Se cambiará luego las vestiduras y llevará la ceniza fuera del campamento a un lugar puro. (Levítico 6, 4)

  • En tales casos de impureza tomarán de la ceniza de la novilla quemada en sacrificio por el pecado, echarán sobre ella un vaso de agua corriente; (Números 19, 17)

  • Al mismo tiempo dio una señal, diciendo: "Ésta será la señal de que ha hablado el Señor: El altar se va a partir y a derramarse la ceniza que hay sobre él". (I Reyes 13, 3)

  • Y el altar se partió y la ceniza se derramó del altar, conforme a la señal que el hombre de Dios había dado por orden del Señor. (I Reyes 13, 5)

  • Todos los israelitas, hombres, mujeres y niños que habitaban en Jerusalén, se postraron ante el templo, se cubrieron de ceniza sus cabezas y se ciñeron con saco ante el Señor. (Judit 4, 11)

  • Tenían sus turbantes cubiertos de ceniza y clamaban al Señor con toda su fuerza para que velase por la casa de Israel. (Judit 4, 15)

  • Judit se postró con el rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza y dejó al descubierto el áspero sayal que llevaba. Era precisamente la hora en que se ofrecía en Jerusalén el incienso de la tarde en el templo de Dios, cuando clamó al Señor así: (Judit 9, 1)

  • Apenas supo Mardoqueo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ceniza y salió por la ciudad lanzando gritos de dolor: "¡Un pueblo inocente va a ser exterminado!". (Ester 4, 1)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina