Encontrados 21 resultados para: calamidades

  • él enviará sobre ti y tus descendientes plagas terribles, grandes y continuas calamidades. (Deuteronomio 28, 59)

  • Más aún; el Señor enviará sobre ti, hasta que seas exterminado, toda clase de enfermedades y calamidades que no están escritas en el libro de la ley. (Deuteronomio 28, 61)

  • Amontonaré calamidades sobre ellos, agotaré contra ellos mis saetas. (Deuteronomio 32, 23)

  • Las naciones y las ciudades se destruirán unas a otras, porque Dios las llenará de terror con toda suerte de calamidades. (II Crónicas 15, 6)

  • Bienaventurados también todos los hombres que lloren tus calamidades, porque se alegrarán en ti contemplando tu gloria para siempre. Alma mía, bendice al Señor, el rey grande, (Tobías 13, 16)

  • Todo el pueblo de los justos, aterrorizado por las calamidades que se cernían sobre él, se dispuso a morir. (Ester 11, 9)

  • Por entonces surgieron en Israel hombres perversos, que sedujeron a muchos, diciendo: "Pactemos con las naciones vecinas, pues desde que nos hemos apartado de ellas nos han sobrevenido muchas calamidades". (I Macabeos 1, 11)

  • Es mejor morir luchando que ver las calamidades de nuestra nación y de nuestro templo. (I Macabeos 3, 59)

  • Sabía las calamidades que le esperaban al haberlo abandonado su ejército. (I Macabeos 15, 12)

  • Porque el principio de la soberbia es el pecado, el poseído por ella hace llover las calamidades. Por eso el Señor envió extraños castigos y los redujo a la nada. (Eclesiástico 10, 13)

  • Un hombre fácil para jurar se llenará de iniquidad, y el azote no se alejará de su casa. Si peca, su pecado pesará sobre él; si obra a la ligera, pecará doblemente; si jura en vano, no estará exento de culpa, su casa se llenará de calamidades. (Eclesiástico 23, 11)

  • Muerte y derramamiento de sangre, querella y espada, calamidades, hambre, tribulación y plagas: (Eclesiástico 40, 9)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina