Encontrados 12 resultados para: Tabor

  • desde Sarid torcía al oriente al sol levante, hasta el límite de Quislot Tabor, se dirigía hacia Daberat y subía a Yafia; (Josué 19, 12)

  • La frontera tocaba en Tabor, Sajasima y Bet Semes, y terminaba en el Jordán; dieciséis ciudades con sus aldeas. (Josué 19, 22)

  • volvía, por occidente, hacia Aznot Tabor, llegaba hasta Jucoc, tocaba Zabulón al sur, Aser a occidente y el Jordán a oriente. (Josué 19, 34)

  • Ella mandó llamar a Barac, hijo de Abinoán, de Cades, en Neftalí, y le dijo: "El Señor, Dios de Israel, ha ordenado esto: Vete al monte Tabor y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y Zabulón. (Jueces 4, 6)

  • Sísara, al enterarse de que Barac, hijo de Abinoán, había subido al monte Tabor, (Jueces 4, 12)

  • Débora dijo a Barac: "Levántate, éste es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿No va el Señor delante de ti?". Y Barac dejó el monte Tabor con sus diez mil hombres. (Jueces 4, 14)

  • Después preguntó a Zébaj y Salmuná: "¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?". Ellos respondieron: "Eran como tú; cada uno de ellos parecía un príncipe". (Jueces 8, 18)

  • Más allá, cuando llegues a la cima del Tabor, encontrarás a tres hombres que suben a visitar a Dios, en Betel: uno lleva tres cabritos, otro tres panes y el tercero un odre de vino. (I Samuel 10, 3)

  • (62 )A los demás hijos de Merarí les dieron, de la tribu de Zabulón: Rimón y Tabor con sus ejidos; (I Crónicas 6, 77)

  • tú creaste el norte y el sur, el Tabor y el Hermón se recrean en tu nombre. (Salmos 89, 13)

  • Por mi vida -dice el rey-, cuyo nombre es el Señor todopoderoso, que como el Tabor entre los montes, como el Carmelo que domina el mar, alguien ha de venir. (Jeremías 46, 18)

  • Escuchad esto, sacerdotes; atiende, casa de Israel; casa real, prestad oído, porque se hace justicia contra vosotros. Vosotros os habéis hecho un lazo en Mispá y una red tendida en el monte Tabor, (Oseas 5, 1)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina