Bíblia Católica
 

Génesis, 19

8. Escuchad: Yo tengo dos hijas vírgenes; os las voy a sacar fuera, y haced con ellas lo que queráis; pero no hagáis nada a estos hombres, puesto que han entrado a la sombra de mi tejado".

Versículos relacionados com Génesis, 19:

Génesis 19 dice la destrucción de Sodoma y Gomorra, dos ciudades malvadas que fueron juzgadas por Dios. El capítulo aborda temas como el pecado, la justicia divina, la misericordia de Dios y la importancia de obedecer sus mandamientos. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas, en orden de proximidad al capítulo:

Romanos 3:23: "Porque todos han pecado y están desprovistos de la gloria de Dios". Este versículo destaca la naturaleza pecaminosa de la humanidad, que se evidencia en la Génesis 19 por la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra.

Salmo 89:14: "La justicia y la ley son los cimientos de su trono, el amor y la fidelidad se adelantan a usted". Este versículo destaca la justicia divina, que se demuestra en Génesis 19 cuando Dios juzga Sodoma y Gomorra debido a su maldad.

2 Pedro 3:9: "El Señor no tarda mucho en mantener su promesa, como juzgan. Por el contrario, él es paciente con usted, no quiere que nadie perezca, pero todos llegan al arrepentimiento". Este versículo destaca la misericordia de Dios, que se evidencia en Génesis 19 cuando Dios permite que Lot y su familia escapen antes de la destrucción de las ciudades.

Éxodo 20:3: "No tendrás otros dioses más allá de mí". Este versículo destaca la importancia de obedecer los mandamientos de Dios, que se enfatiza en Génesis 19 cuando la esposa de Lot mira hacia atrás durante su escape y se transforma en una estatua de sal como castigo por su desobediencia.

Juan 3:16: "Porque Dios amaba tanto al mundo que le dio a su Hijo solo engendrado, que todos los que creen en él no perecerán, sino que tienen vida eterna". Este versículo destaca el amor de Dios por la humanidad, que se evidencia en Génesis 19 cuando Dios salva a Lot y a su familia de la destrucción de las ciudades.





O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina