Salmos, 28

La Biblia de Jerusalén

1 De David. Hacia ti clamo, Yahveh, roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo, ante tu silencio, igual que los que bajan a la fosa.

2 Oye la voz de mis plegarias, cuando grito hacia ti, cuando elevo mis manos, oh Yahveh, al santuario de tu santidad.

3 No me arrebates con los impíos, ni con los agentes de mal, que hablan de paz a su vecino, mas la maldad está en su corazón.

4 Dales, Yahveh, conforme a sus acciones, y a la malicia de sus hechos, según la obra de sus manos trátales, págales con su misma moneda.

5 Pues no comprenden los hechos de Yahveh, la obra de sus manos: ¡derríbelos él y no los rehabilite!

6 ¡Bendito sea Yahveh, que ha oído la voz de mis plegarias!

7 Yahveh mi fuerza, escudo mío, en él confió mi corazón y he recibido ayuda: mi carne de nuevo ha florecido, le doy gracias de todo corazón.

8 Yahveh, fuerza de su pueblo, fortaleza de salvación para su ungido.

9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos por siempre.




Versículos relacionados com Salmos, 28:

El Salmo 28 es una oración que llora por la protección divina ante los enemigos y pide la justicia de Dios. El salmista expresa su confianza en Dios y su rechazo a quienes practican el mal. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas del Salmo 28:

Salmo 7:9: "¡Fin de la maldad de los malvados y permitir al dios justo, oh justo, investigar los corazones y las mentes!" El salmista deja en claro que Dios es un dios justo y que permite a los justos mientras castiga a los malvados.

Salmo 18:2: "El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi liberador; mi Dios es mi roca, en quien me refugio. Él es mi escudo y el poder que me salva, mi torre". El salmista enfatiza la protección de Dios y su seguridad en Dios.

Salmo 55:22: "Entregue sus preocupaciones al Señor, y él lo sostendrá; nunca permitirá que los justos caigan". El salmista aconseja confiar en Dios, dándole preocupaciones y él sostendrá y protegerá.

Salmo 94:14: "Porque el Señor no abandonará a su pueblo; nunca abandonará su herencia". El salmista cree que Dios no abandona a su pueblo y no abandonará su herencia.

Salmo 140:8: "Señor, no otorgues a los malvados sus deseos; no permitas que sus planes se materialicen, porque son arrogantes". El salmista rechaza a los que practican el mal y le pide a Dios que no permita que sus planes se materialicen.


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