Cattolica Bibbia
 

Apocalipsis, 12

9. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Angeles fueron arrojados con él.

Versi relativi a Apocalipsis, 12:

Apocalipsis 12 habla de una mujer embarazada que es perseguida por el dragón y su hijo es raptada a Dios y su trono. Cinco versículos relacionados con los temas de este capítulo son:

Isaías 54:17: "Ningún instrumento forjado contra usted tendrá éxito, y refutará cada lenguaje que lo acuse. Esta es la herencia de los siervos del Señor, y esta es la defensa que hago de su nombre", dice el Señor. Este versículo enfatiza la protección divina contra la persecución e intenta destruir a los enemigos del pueblo de Dios.

Salmos 2:9: "Con un palo de hierro los desmoronas como un jarrón de alfareros". Este versículo retrata la victoria del Hijo de Dios sobre sus enemigos y su autoridad sobre las naciones.

Isaías 7:14: "Por lo tanto, el Señor mismo les dará una señal: la Virgen estará embarazada y dará a luz a un hijo, y lo llamará Emanuel". Este versículo hace una conexión con la mujer embarazada en Apocalipsis 12, lo que indica que ella representa a la nación de Israel.

1 Tesalonicenses 4:16-17: "Porque el Señor vendrá del cielo con un grito de mando, con una voz de Arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo criarán primero. En las nubes, a Encuentra al Señor en el aire. Y entonces estaremos para siempre con el Señor ". Este versículo describe el rapto de los santos, que se relaciona con el rapto del hijo de la mujer en Apocalipsis 12.

Daniel 7:13-14: "Seguí mirando mis visiones nocturnas, y había, llegando a las nubes del cielo, alguien como un hijo de hombre. Se acercó al viejo hombre de días y fue llevado a su presencia. Dada la autoridad, la gloria y el poder sobre todos los pueblos, naciones y lenguas, y todos lo adorarán ". Este versículo también se relaciona con la autoridad y la victoria del Hijo de Dios, que se enfatiza en Apocalipsis 12.





“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina