Fondare 33 Risultati per: común
si estas gentes mueren de muerte natural, alcanzados por la sentencia común a todos los hombres, es que no me ha enviado el Señor; (Números 16, 29)
Más bien hemos hecho esto por temor, pensando que el día de mañana vuestros hijos podrán decir a los nuestros: ¿Qué hay de común entre vosotros y el Señor, Dios de Israel? (Josué 22, 24)
Los israelitas, al ver que el rey no les había hecho caso, le replicaron: "¿Qué tenemos que ver nosotros con David? ¡No tenemos ninguna heredad en común con el hijo de Jesé! ¡Cada uno a sus casas, Israel! Mira tú ahora por tu casa, David". Y los israelitas se fueron a sus casas. (I Reyes 12, 16)
Sacó del templo del Señor la imagen de Aserá, la quemó a las afueras de Jerusalén, junto al torrente Cedrón, y tiró sus cenizas en la fosa común. (II Reyes 23, 6)
Los israelitas, al ver que el rey no les había hecho caso, le replicaron: "¿Qué tenemos que ver nosotros con David? ¡No tenemos ninguna heredad en común con el hijo de Jesé! ¡Cada uno a sus casas, Israel! ¡Mira tú ahora por tu casa, David!". Y los israelitas se fueron a sus casas. (II Crónicas 10, 16)
Si posteriormente unos u otros quisieran añadir o quitar algo, lo harán de común acuerdo, y lo añadido o lo quitado tendrá carácter obligatorio. (I Macabeos 8, 30)
Después hicieron oración en común a Dios misericordioso, suplicándole que se reconciliara plenamente con sus siervos. (II Macabeos 8, 29)
Yo, encontrándome enfermo, me acuerdo, agradecido, de vuestros honores y benevolencia. Volviendo de las regiones de Persia y habiendo contraído una enfermedad, me ha parecido necesario proveer a la seguridad común de todos. (II Macabeos 9, 21)
Os pido que, teniendo en cuenta el bien común y el de cada uno, conservéis vuestra benevolencia hacia mí y hacia mi hijo. (II Macabeos 9, 26)
El Macabeo accedió, mirando por el bien común, a las ofertas de Lisias. Y, en efecto, el rey concedió todo lo que el Macabeo exigió a Lisias por escrito. (II Macabeos 11, 15)
Cumplieron esta orden e invocaron a Dios misericordioso con gemidos, ayunos y oraciones en común durante tres días. Judas los arengó y dio orden de estar preparados. (II Macabeos 13, 12)
Por común acuerdo se decretó no dejar pasar este día sin solemnizarlo, (II Macabeos 15, 36)