Fondare 1009 Risultati per: ojo

  • ni jorobado ni raquítico ni enfermo de los ojos, ni el que padezca sarna o tiña, ni el eunuco. (Levítico 21, 20)

  • fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado a otro. (Levítico 24, 20)

  • como quien trabaja a jornal año por año. No permitas que se le trate con tiranía ante tus ojos. (Levítico 25, 53)

  • también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues se la comerán vuestros enemigos. (Levítico 26, 16)

  • me acordaré, en su favor, de la alianza hecha con sus antepasados, a quienes saqué de la tierra de Egipto, ante los ojos de las naciones, para ser su Dios, yo Yahveh. (Levítico 26, 45)

  • Moisés insistió: «Por favor, no os dejes; tú conoces los sitios donde acampar en el desierto; tú serás nuestros ojos. (Números 10, 31)

  • En cambio ahora tenemos el alma seca. No hay de nada. Nuestros ojos no ven más que el maná.» (Números 11, 6)

  • y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mí la carga de todo este pueblo? (Números 11, 11)

  • Si vas a tratarme así, mátame, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, para que no vea más mi desventura.» (Números 11, 15)

  • Tendréis, pues flecos para que, cuando los veáis, os acordéis de todos los preceptos de Yahveh. Así los cumpliréis y no seguiréis los caprichos de vuestros corazones y de vuestros ojos, que os han arrastrado a prostituiros. (Números 15, 39)

  • No nos has traído a ningún país que mana leche y miel, ni nos has dado una herencia de campos y vergeles. ¿Pretendes cegar los ojos de estos hombres? ¡No iremos!» (Números 16, 14)

  • Moisés se enojó mucho y dijo a Yahveh: «No mires a su oblación. Yo no les he quitado ni un solo asno, ni le he hecho mal a ninguno de ellos.» (Números 16, 15)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina