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y postrándome adoré a Yahveh, y bendije a Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que me había puesto en el buen camino para tomar a la hija del hermano de mi señor para su hijo. (Génesis 24, 48)
Ahí tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como ha dicho Yahveh.» (Génesis 24, 51)
Entretanto, Isaac había venido del pozo de Lajay Roí, pues habitaba en el país del Négueb. (Génesis 24, 62)
Rebeca a su vez alzó sus ojos y viendo a Isaac, se apeó del camello, (Génesis 24, 64)
Después de la muerte de Abraham, bendijo Dios a su hijo Isaac. Isaac se estableció en las inmediaciones del pozo de Lajay Roí. (Génesis 25, 11)
Una vez, Jacob había preparado un guiso cuando llegó Esaú del campo, agotado. (Génesis 25, 29)
Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, (Génesis 26, 4)
Los del lugar le preguntaban por su mujer, y él decía: «Es mi hermana.» En efecto, le daba reparo decir: «Es mi mujer», no fuesen a matarle los del lugar por causa de Rebeca, ya que ella era de buen ver. (Génesis 26, 7)
Replicó Abimélek: «¿Qué es lo que nos has hecho? Si por acaso llega a acostarse cualquiera del pueblo con tu mujer, tú nos habrías echado la culpa.» (Génesis 26, 10)
Aquel mismo día llegaron unos siervos de Isaac y le dieron la noticia del pozo que habían cavado, diciéndole: «Hemos hallado agua.» (Génesis 26, 32)
Tráeme caza, y hazme un guiso suculento para que yo lo coma y te bendiga delante de Yahveh antes de morirme. (Génesis 27, 7)
Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, (Génesis 27, 16)
