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  • Abram entonces levantó sus tiendas y fue a establecerse junto a los árboles de Mambré, en Hebrón. Allí edificó un altar a Yavé. (Génesis 13, 18)

  • Abram trajo todos estos animales, los partió por mitad, y puso una mitad frente a la otra; las aves no las partió. (Génesis 15, 10)

  • Cuando el sol ya se había puesto y estaba todo oscuro, algo como un calentador humeante y una antorcha encendida pasaron pr medio de aquellos animales partidos. (Génesis 15, 17)

  • Yavé se presentó a Abrahán junto a los árboles de Mambré mientras estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. (Génesis 18, 1)

  • Les haré traer un poco de agua para que se laven los pies y descansen bajo estos árboles. (Génesis 18, 4)

  • Les haré traer un poco de pan para que recuperen sus fuerzas, antes de proseguir su viaje, pues creo que para esto pasaron ustedes por mi casa.» Ellos respondieron: «Haz como has dicho.» (Génesis 18, 5)

  • Entonces le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu esposa?» El les respondió: «Está dentro, en la tienda.» (Génesis 18, 9)

  • Los hombres se levantaron y marcharon en dirección de Sodoma, mientras Abrahán los acompañaba para indicarles el camino. (Génesis 18, 16)

  • Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer. Lot estaba sentado a la entrada del pueblo. Apenas los vio, salió a su encuentro, se arrodilló inclinándose profundamente, (Génesis 19, 1)

  • y les dijo: «Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino.» Ellos le respondieron: «No, pasaremos la noche en la plaza.» Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida. (Génesis 19, 2)

  • y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. (Génesis 19, 7)

  • Al amanecer los ángeles apuraron a Lot diciéndole: «Date prisa, toma a tu esposa y a tus dos hijas y márchate, no sea que te alcance el castigo de esta ciudad.» (Génesis 19, 15)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina