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  • Dijo Dios: «Produzca la tierra hortalizas, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie.» Y así fue. (Génesis 1, 11)

  • La tierra produjo hortalizas, plantas que dan semillas y árboles frutales que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie. Dios vio que esto era bueno. (Génesis 1, 12)

  • Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera. (Génesis 3, 8)

  • Espinas y cardos te dará, mientras le pides las hortalizas que comes. (Génesis 3, 18)

  • Entonces Yavé Dios dijo: «Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y de lo malo. Que no vaya también a extender su mano y tomar del Arbol de la Vida, pues viviría para siempre.» (Génesis 3, 22)

  • y dijo Yavé: «Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá desde ahora que consigan todo lo que se propongan. (Génesis 11, 6)

  • Todos estos se reunieron en el valle de Sidim, que es ahora el Mar Salado. (Génesis 14, 3)

  • y a los horitas en los cerros de Seir, hasta los Campos de Parán, que están cerca del desierto. (Génesis 14, 6)

  • Entonces Yavé le dijo: «Debes saber desde ahora que tus descendientes serán forasteros en una tierra que no es suya. Los esclavizarán y los explotarán durante cuatrocientos años. (Génesis 15, 13)

  • Tus descendientes de la cuarta generación volverán a esta tierra que no te puedo entregar ahora, pues la maldad de los amorreos todavía no ha merecido que yo se la quite.» (Génesis 15, 16)

  • Yavé se presentó a Abrahán junto a los árboles de Mambré mientras estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. (Génesis 18, 1)

  • Sara se rió, mientras pensaba: «Ahora que soy anciana, ¿haré el amor con mi marido que es tan viejo?» (Génesis 18, 12)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina