19. Porque, cuando nuestros padres fueron deportados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces, tomando secretamente el fuego del altar, lo ocultaron en el fondo de un pozo seco, donde quedó tan bien resguardado que el lugar fue ignorado por todos.





“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina