Talált 225 Eredmények: filisteos

  • los patrositas, los caslujitas y los cretenses, de los que salieron los filisteos. (Génesis 10, 14)

  • Después que hicieron el pacto en Berseba, Abimelec y Picol, jefe de su ejército, regresaron al país de los filisteos. (Génesis 21, 32)

  • Abrahán permaneció largo tiempo en tierra de los filisteos. (Génesis 21, 34)

  • Hubo hambre en el país (otra distinta de la que hubo en tiempo de Abrahán), e Isaac se fue a Guerar con Abimelec, rey de los filisteos. (Génesis 26, 1)

  • Cuando ya llevaba algún tiempo entre ellos, un día Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, vio que Isaac acariciaba a Rebeca, su mujer. (Génesis 26, 8)

  • Poseía rebaños de ovejas y vacas y numerosa servidumbre. Los filisteos comenzaron a tenerle envidia, (Génesis 26, 14)

  • Abrió de nuevo los pozos que habían sido abiertos en tiempos de su padre Abrahán y que los filisteos, después de la muerte de Abrahán, habían cegado, y les dio los mismos nombres con que los había llamado su padre. (Génesis 26, 18)

  • Cuando el Faraón dejó marchar al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la región de los filisteos, aunque era más corto, pues se dijo: "No sea que se arrepienta al verse atacado y vuelva a Egipto". (Exodo 13, 17)

  • Al oírlo temblaron los pueblos; se apoderó de los filisteos el terror. (Exodo 15, 14)

  • Estableceré los confines de tu territorio desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos, desde el desierto hasta el río; pondré en vuestras manos a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia. (Exodo 23, 31)

  • Ésta es la tierra que queda: todos los distritos de los filisteos y todo el territorio de los guesuritas; (Josué 13, 2)

  • desde el Sijor, en la frontera de Egipto, hasta los confines de Ecrón, al norte, considerado de los cananeos; los cinco principados filisteos: el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón; al sur, los heveos; (Josué 13, 3)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina