Talált 52 Eredmények: tocó

  • Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. (Génesis 32, 26)

  • Tomó entonces Seforá un cuchillo de pedernal y, cortando el prepucio de su hijo, tocó los pies de Moisés, diciendo: «Tú eres para mí esposo de sangre.» (Exodo 4, 25)

  • Un hombre puro tomará el hisopo, lo mojará en agua y rociará la tienda y todos los objetos y personas que había en ella, e igualmente al que tocó los huesos o al asesinado, o al muerto, o la sepultura. (Números 19, 18)

  • Si resulta que se casan con alguno de otra tribu israelita, será arrancada su parte de la herencia de nuestras familias. Aumentará entonces la herencia de la tribu a la que vayan a pertenecer, y se reducirá la herencia que nos tocó en suerte. (Números 36, 3)

  • La suerte que tocó a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus clanes cayó hacia la frontera de Edom, desde el desierto de Sin hacia el mediodía hasta Cadés en el extremo sur. (Josué 15, 1)

  • La suerte que tocó a los hijos de José comenzaba, por el lado oriental, en el Jordán, a la altura de Jericó (las aguas de Jericó), en el desierto que sube de Jericó a la montaña de Betel; (Josué 16, 1)

  • A la tribu de Manasés le correspondió suerte, porque era el primogénito de José: a Makir, primogénito de Manasés y padre de Galaad, como era hombre de guerra, le tocó Galaad y Basán; (Josué 17, 1)

  • Tocó una suerte a la tribu de los hijos de Benjamin por clanes: los límites de su suerte resultaron comprendidos entre los de los hijos de Judá y los de los hijos de José. (Josué 18, 11)

  • La tercera suerte tocó a los hijos de Zabulón, por clanes: el límite de su heredad se extendía hasta Sadud; (Josué 19, 10)

  • La cuarta suerte tocó a Isacar, a los hijos de Isacar, por clanes. (Josué 19, 17)

  • La quinta suerte tocó a la tribu de los hijos de Aser, por clanes. (Josué 19, 24)

  • A los hijos de Neftalí les tocó la sexta suerte; a los hijos de Neftalí, por clanes: (Josué 19, 32)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina