Talált 16 Eredmények: alabo

  • Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Esta vez alabo a Yahveh.» Por eso le llamó Judá, y dejó de dar a luz. (Génesis 29, 35)

  • Bendito sea Yahveh, el Dios de Israel, por eternidad de eternidades.» Y todo el pueblo dijo: «Amén.» Y alabó a Yahveh. (I Crónicas 16, 36)

  • Luego sacudí los plieges de mi manto diciendo: «¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la asamblea respondió: «¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió esta palabra. (Nehemías 5, 13)

  • En Dios, cuya palabra alabo, en Dios confío y ya no temo, ¿qué puede hacerme un ser de carne? (Salmos 56, 5)

  • En Dios, cuya palabra alabo, en Yahveh, cuya palabra alabo, (Salmos 56, 11)

  • Siete veces al día te alabo por tus justos juicios. (Salmos 119, 164)

  • Y yo por mí alabo la alegría, ya que otra coasa buena no existe para el hombre bajo el sol, si no es comer, beber y divertirse; y eso es lo que le acompaña en sus fatigas en los días de vida que Dios le hubiera dado bajo el sol. (Eclesiastés 8, 15)

  • Y dirás aquel día: «Yo te alabo, Yahveh, pues aunque te airaste contra mí, se ha calmado tu ira y me has compadecido. (Isaías 12, 1)

  • Yahveh, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes muy de antemano que no fallan. (Isaías 25, 1)

  • A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y alabo, porque me has concedido sabiduría y fuerza; y ahora me has dado a conocer lo que te habíamos pedido, la cosa del rey nos has dado a conocer.» (Daniel 2, 23)

  • Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del Cielo, porque sus obras todas son verdad, justicia todos sus caminos; él sabe humillar a los que caminan con orgullo.» (Daniel 4, 34)

  • «El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. (Lucas 16, 8)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina