Talált 20 Eredmények: Conocéis

  • «¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?» - «Lo conocemos.» (Génesis 29, 5)

  • maldición si desoís los mandamientos de Yahveh vuestro Dios, si os apartáis del camino que yo os prescribo hoy, para seguir a otros dioses que no conocéis. (Deuteronomio 11, 28)

  • Jehú salió a donde los servidores de su señor. Le dijeron: «¿Todo va bien? ¿A qué ha venido a ti ese loco?» Respondió: «Vosotros conocéis a ese hombre y sus palabras.» (II Reyes 9, 11)

  • Les dijo: «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Ellos contestaron: «Sí, le conocemos.» - «¿Está bien?» - (Tobías 7, 4)

  • ¿No conocéis las palabras que Yahveh proclamó por ministerio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén vivía en paz, con sus ciudades de alrededor, y estaban habitados el Négueb y la Tierra Baja? (Zacarías 7, 7)

  • Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, (Juan 1, 26)

  • Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. (Juan 4, 22)

  • Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. (Juan 7, 28)

  • Entonces le decían: «¿Dónde está tu Padre?» Respondió Jesús: «No me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.» (Juan 8, 19)

  • y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. (Juan 8, 55)

  • Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.» (Juan 14, 7)

  • el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. (Juan 14, 17)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina