Talált 30 Eredmények: Micá

  • Este hombre había dejado la ciudad de Belén de Judá, tratando de encontrar un sitio donde residir. Llegó a la montaña de Judá y, mientras iba de camino, dio con la casa de Micá. (Jueces 17, 8)

  • Entonces Micá le dijo: "Quédate conmigo, y serás para mí un padre y un sacerdote. Yo te daré diez siclos de plata al año, además de la ropa y la comida". Ante su insistencia, (Jueces 17, 10)

  • Micá invistió al levita, y así el joven se convirtió en su sacerdote y se quedó en casa de Micá. (Jueces 17, 12)

  • Entonces Micá exclamó: "¡Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a este levita como sacerdote!". (Jueces 17, 13)

  • Por eso los danitas enviaron a cinco hombres de sus clanes, hombres valientes de Sorá y Estaol, para recorrer y explorar el país. "Vayan a explorar el país", les dijeron. Los hombres llegaron a la montaña de Efraím, hasta la casa de Micá, y se quedaron allí a pasar la noche. (Jueces 18, 2)

  • Como estaban cerca de la casa de Micá, reconocieron la voz del joven levita. Entonces se le acercaron y le dijeron: "¿Quién te ha traído por aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Qué es lo que tienes aquí?". (Jueces 18, 3)

  • Él les respondió: "Micá me ha tratado así y así; me ha tomado a sueldo y yo soy su sacerdote". (Jueces 18, 4)

  • De allí pasaron a la montaña de Efraím y llegaron a la casa de Micá. (Jueces 18, 13)

  • Ellos se acercaron hasta allí, entraron en la casa de Micá, donde estaba el joven levita, y lo saludaron. (Jueces 18, 15)

  • Al ver que habían entrado en la casa de Micá y habían tomado la estatua de metal fundido, el efod y los ídolos familiares, el sacerdote les dijo: "¿Qué están haciendo?". (Jueces 18, 18)

  • Ya se habían alejado de la casa de Micá, cuando este y sus vecinos dieron la alarma y persiguieron de cerca a los danitas. (Jueces 18, 22)

  • Como les iban gritando detrás, los danitas se dieron vuelta y preguntaron a Micá: "¿Qué te pasa para gritar de esa manera?". (Jueces 18, 23)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina