Talált 23 Eredmények: ofrezcan

  • Los servidores de Faraón le dijeron: «¿Hasta cuándo va a ser nuestra ruina este hombre? Deja salir a esa gente para que ofrezcan sacrificios a su Dios. ¿No te das cuenta cómo está arruinado el país?» (Exodo 10, 7)

  • Así que llamaron a Moisés y a Aarón ante Faraón, el cual les dijo: «Vayan y ofrezcan sacrificios a Yavé, el Dios de ustedes. Mas ¿quiénes van a ir?» (Exodo 10, 8)

  • «Pide a los israelitas que me ofrezcan una contribución. Tú recibirás todas sus ofrendas voluntarias. (Exodo 25, 2)

  • «Esta es la orden de Yavé: Que cada uno ofrezca algo de lo suyo a Yavé. Que todos los de corazón generoso le ofrezcan oro, plata y cobre, (Exodo 35, 5)

  • No se presentará a Yavé ninguna ofrenda de masa fermentada. No habrá ni levadura ni miel en los sacrificios por el fuego que ofrezcan a Yavé. (Levítico 2, 11)

  • No ofrezcan nada defectuoso, pues no será aceptado. (Levítico 22, 20)

  • Nunca ofrezcan a Yavé ni pongan en el altar como sacrificio por el fuego para Yavé, un animal ciego, quebrado, mutilado, con llagas o sarna. (Levítico 22, 22)

  • No ofrezcan a Yavé animal alguno que tenga los testículos aplastados, hundidos, cortados o arrancados. No harán esto en el país de ustedes, (Levítico 22, 24)

  • Cuando ofrezcan un sacrificio de acción de gracias a Yavé, háganlo de manera que le agrade. (Levítico 22, 29)

  • El mismo día en que ofrezcan la gavilla, ustedes sacrificarán en honor de Yavé un cordero de un año, sin defecto, como víctima quemada para Yavé. (Levítico 23, 12)

  • Esto es lo que te corresponderá de todo lo que se ofrece o se consagra: todas las ofrendas, es decir, todas las oblaciones, todos los sacrificios por el pecado y todos los sacrificios de reparación que se ofrezcan, todo eso será cosa santísima y será para ti y para tus hijos. (Números 18, 9)

  • El día de las primicias, cuando ofrezcan a Yavé los frutos nuevos, en la fiesta de las Semanas, tendrán reunión sagrada, y no harán ningún trabajo de trabajador. (Números 28, 26)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina