Talált 362 Eredmények: bajo

  • Después, el padre de Sansón bajó donde la mujer y Sansón ofreció un banquete, pues así suelen hacerlo los jóvenes. (Jueces 14, 10)

  • Luego el espíritu de Yavé lo tomó: bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres. Tomó sus despojos y entregó las mudas a los que habían acertado la adivinanza; luego, muy enojado, subió a la casa de su padre. (Jueces 14, 19)

  • Los molió a golpes, causando un gran estrago entre ellos. Luego bajó a vivir en una cueva de la roca de Etam. (Jueces 15, 8)

  • El sacerdote les respondió: «Vayan en paz, el viaje que hacen está bajo la mirada de Yavé.» (Jueces 18, 6)

  • Que Yavé te recompense tus buenas obras y que el Dios de Israel, bajo cuyas alas te has cobijado, te dé el premio que mereces.» (Rut 2, 12)

  • Bajó, pues, a la era e hizo todo lo que su suegra le había indicado. (Rut 3, 6)

  • Elcaná volvió a Ramá y el niño quedó al servicio de Yavé, bajo la responsabilidad del sacerdote Helí. (1 Samuel 2, 11)

  • y además había tantos ratones de oro como ciudades filisteas bajo la autoridad de los cinco jefes, desde las ciudades fortificadas hasta las aldeas que no tienen muros. Prueba de esto, hasta el día de hoy, es la gran piedra en la que se colocó el Arca de Yavé, que está en el campo de Josué de Bet-Semes. (1 Samuel 6, 18)

  • Este acampaba en las cercanías de Guibea, bajo el granado que está cerca de la era, y estaban con él unos seiscientos hombres. (1 Samuel 14, 2)

  • Y Saúl consultó a Dios: «¿Bajo para perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en las manos de Israel?» Pero Yavé no le dio respuesta en aquel día. (1 Samuel 14, 37)

  • Todos los que se encontraban en apuros, o tenían deudas, o estaban descontentos, se unieron a él y lo eligieron su jefe. Juntó unos cuatrocientos hombres bajo su mando. (1 Samuel 22, 2)

  • Al saberlo David, llamó al sacerdote Abiatar, que lo había seguido, y le dijo: «Trae el efod.» Pues cuando Abiatar, que se había quedado con David, bajó con él a Queilá, traía también el efod. (1 Samuel 23, 9)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina