Salmos, 84
3. Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo.
3. Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo.
El Salmo 84 es una canción que expresa el profundo deseo del salmista por la presencia de Dios en su vida y alegría de estar en su hogar. El capítulo comienza con el salmista que describe cuán amable es el lugar donde Dios habita y cuán grande es su deseo de ser. Luego expresa su admiración por la gracia de Dios y la confianza en su protección. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas del Salmo 84:
Salmo 27:4: "Una cosa que le pregunto al Señor es lo que busco: que puedo vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la bondad del Señor y buscar su orientación en su templo". Este versículo expresa el mismo deseo del salmista en el Salmo 84 de la vivienda en la casa de Dios y disfrutando de su presencia.
Salmo 85:10: "La misericordia y la verdad se han conocido; la justicia y la paz se besaron". El Salmo del Salmo 84 describe la bondad y la misericordia de Dios, y este verso en los Salmos 85 también enfatiza la misericordia de Dios.
Salmo 118:8: "Es mejor confiar en el Señor que confiar en el hombre". El salmista del Salmo 84 expresa su confianza en Dios y su protección. Este versículo en los Salmos 118 refuerza esta confianza en Dios en lugar de depender de los seres humanos.
Salmo 119:105: "La lámpara para mis pies es tu palabra y luz a mi manera". El Salmo del Salmo 84 busca la guía de Dios, y la Palabra de Dios es vista como una fuente de orientación y sabiduría para los creyentes. Este versículo enfatiza la importancia de la Palabra de Dios como una brújula para la vida de los creyentes.
Salmo 146:5: "Qué feliz es el que tiene el Dios de Jacob para ayudarlo y cuya esperanza está en el Señor, su Dios". Este versículo destaca la felicidad que el salmista del Salmo 84 encuentra en la presencia de Dios y en su protección y ayuda.
“O homem sem Deus é um ser mutilado”. São Padre Pio de Pietrelcina
