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  • Al día siguiente, queriendo saber con certeza de qué lo acusaban los judíos, lo desató y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y el tribunal supremo. Después bajó a Pablo y lo hizo comparecer ante ellos. (Hechos 22, 30)

  • Se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: "Nos hemos comprometido bajo juramento a no comer nada hasta matar a Pablo. (Hechos 23, 14)

  • Los sumos sacerdotes y los jefes de los judíos se le presentaron para acusar a Pablo (Hechos 25, 2)

  • Cuando estuve en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos me presentaron acusaciones contra él, pidiendo su condena. (Hechos 25, 15)

  • y lo hice, en efecto, en Jerusalén; con la autorización de los sumos sacerdotes, metí en la cárcel a muchos fieles y di mi voto para que los condenaran a muerte. (Hechos 26, 10)

  • Pensando en esto, me dirigía una vez hacia Damasco, con la autorización y el permiso de los sumos sacerdotes; (Hechos 26, 12)

  • porque es sabido que nuestro Señor nació de la tribu de Judá, la cual no es mencionada por Moisés al tratar de los sacerdotes. (Hebreos 7, 14)

  • Tanto más cuanto que esto no se realiza sin juramento. Mientras que aquéllos fueron instituidos sacerdotes sin juramento, (Hebreos 7, 20)

  • Además, mientras que aquellos sacerdotes eran muchos porque la muerte les impedía permanecer en su función, (Hebreos 7, 23)

  • que no necesita diariamente, como los sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios primero por sus propios pecados y después por los del pueblo. Esto lo hizo él de una vez para siempre cuando se ofreció a sí mismo. (Hebreos 7, 27)

  • La ley, en efecto, constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento posterior a la ley constituye sacerdote al Hijo, hecho perfecto para siempre. (Hebreos 7, 28)

  • Dispuestas así las cosas, los sacerdotes entran a diario en la primera parte del tabernáculo para celebrar el culto. (Hebreos 9, 6)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina