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  • Guardarás también la fiesta de la siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo. Y la fiesta de la recolección, al terminar el año, cuando recojas de los campos el fruto de tus fatigas. (Exodo 23, 16)

  • Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de los frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. (Exodo 23, 19)

  • Guardarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo y la fiesta de la recolección al terminar el año. (Exodo 34, 22)

  • Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, lo más florido de las primicias de tu tierra. No cocerás un cabrito en la leche de su madre". (Exodo 34, 26)

  • Éstos pueden ser presentados al Señor como ofrenda de primicias, pero nunca podrán subir al altar como perfume agradable al Señor. (Levítico 2, 12)

  • Si haces al Señor una ofrenda de primicias, será de espigas tostadas al fuego o una pasta de granos triturados; (Levítico 2, 14)

  • Llevaréis de vuestra casa, para ofrecerlos con el rito de presentación, dos panes de ocho kilos de flor de harina cocidos con levadura. Son las primicias para el Señor. (Levítico 23, 17)

  • El sacerdote los ofrecerá con el rito de presentación delante del Señor, junto con el pan de las primicias. Los panes y los dos corderos son cosas consagradas al Señor y pertenecen al sacerdote. (Levítico 23, 20)

  • Todo lo mejor del aceite, del mosto y del trigo; estas primicias que ellos ofrecen al Señor, te las doy. (Números 18, 12)

  • Las primicias, que habrán de traer al Señor de todos los productos de su tierra, serán tuyas; todos los de tu casa podrán comer de ellas con tal que estén puros. (Números 18, 13)

  • "El día de las primicias, cuando vayáis a presentar al Señor la ofrenda de los frutos nuevos en vuestra fiesta de las semanas, tendréis asamblea santa; no haréis ningún trabajo. (Números 28, 26)

  • las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite y las del esquileo de tus ovejas. (Deuteronomio 18, 4)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina