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  • En efecto, no siendo la ley más que una sombra de los bienes venideros y no la realidad misma de las cosas, ofrece cada año perpetuamente los mismos sacrificios sin poder hacer perfectos a aquellos que se acercan a Dios. (Hebreos 10, 1)

  • Ésta es la alianza que haré con ellos después de estos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones (Hebreos 10, 16)

  • Pues si el que viola la ley de Moisés es condenado irremisiblemente a muerte por el testimonio de dos o tres testigos, (Hebreos 10, 28)

  • Pero el que considera atentamente la ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como un oyente olvidadizo, sino como un activo cumplidor, será dichoso en practicarla. (Santiago 1, 25)

  • Si cumplís la ley regia de la Escritura que dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacéis bien. (Santiago 2, 8)

  • Pero si tenéis favoritismos, cometéis un pecado, y la ley os condena como transgresores. (Santiago 2, 9)

  • Porque el que guarda toda la ley, pero peca aunque sólo sea contra un mandamiento, se hace culpable de todos. (Santiago 2, 10)

  • Pues el que ha dicho: No cometerás adulterio, ha dicho también: No matarás. Porque si no cometes adulterio y matas, te haces transgresor de la ley. (Santiago 2, 11)

  • Hablad y obrad como quien debe ser juzgado por una ley de libertad. (Santiago 2, 12)

  • Hermanos, no habléis mal unos de otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga la ley; y si juzgas la ley no eres cumplidor de la ley, sino juez. (Santiago 4, 11)

  • Estos hombres son como animales irracionales, destinados por ley natural a ser cazados y a morir; hablan mal contra las cosas que no conocen, y morirán como los animales; (II Pedro 2, 12)

  • Pero el que peca se enfrenta a la ley, pues el pecado es el quebrantamiento de la ley. (I Juan 3, 4)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina