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  • Dice Yahveh: «Por cuanto son altivas las hijas de Sión, y andan con el cuello estirado y guiñando los ojos, y andan a pasitos menudos, y con sus pies hacen tintinear las ajorcas», (Isaías 3, 16)

  • Seguirá por Judá anegando a su paso, hasta llegar al cuello. Y la envergadura de sus alas abarcará la anchura de tu tierra, Emmanuel. (Isaías 8, 8)

  • y su aliento como torrente desbordado que cubre hasta el cuello. Cribará a las naciones con criba nefasta, pondrá el bocado de sus bridas en la mandíbula de sus pueblos. (Isaías 30, 28)

  • Nun. Ligado ha sido el yugo de mis delitos, entrelazados por su mano. Sobre mi cuello su yugo doblega mi vigor. El Señor me ha dejado a merced de ellos, ¡ya no puedo tenerme! (Lamentaciones 1, 14)

  • El yugo a nuestro cuello, andamos acosados; estamos agotados, no se nos da respiro. (Lamentaciones 5, 5)

  • Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar a tu cuello. (Ezequiel 16, 11)

  • Y el rey mandó a buscar a gritos a los adivinos, caldeos y astrólogos. Tomó el rey la palabra y dijo a los sabios de Babilonia: «El que lea este escrito y me dé a conocer su interpretación, será vestido de púrpura, se le pondrá al cuello un collar de oro, y mandará como tercero en el reino.» (Daniel 5, 7)

  • He oído decir que tú puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si, pues, logras leer este escrito y declararme su interpretación, serás vestido de púrpura, llevarás al cuello un collar de oro, y mandarás como tercero en el reino.» (Daniel 5, 16)

  • Entonces Baltasar mandó revestir de púrpura a Daniel, ponerle un collar de oro al cuello y proclamar que mandaba como tercero en el reino. (Daniel 5, 29)

  • Efraím era una novilla domesticada, que gustaba de la trilla; yo pasé el yugo sobre su hermoso cuello; uncí el carro a Efraím, Judá arraba, Jacob rastrillaba. (Oseas 10, 11)

  • Por eso, así dice Yahveh: He aquí que yo medito, contra esta ralea, una hora de infortunio de la que no podréis sustraer vuestro cuello. ¡No andaréis con altivez, porque será un tiempo de desgracia! (Miqueas 2, 3)

  • Tú sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido. Estrellas la cabeza de la casa del impío, desnudas sus cimientos hasta el cuello. (Habacuc 3, 13)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina