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  • De vuelta, llegaron a En Mispat (o sea, Cadés), y batieron todo el territoria de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Jasesón Tamar. (Génesis 14, 7)

  • Vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim. (Exodo 17, 8)

  • Bajaron los amalecitas y los cananeos que habitaban en aquella montaña, los batieron y los destrozaron hasta llegar a Jormá. (Números 14, 45)

  • Y murió Abdón, hijo de Hillel de Piratón, y fue sepultado en Piratón, en tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas. (Jueces 12, 15)

  • Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y libró a Israel del poder de los que le saqueaban. (I Samuel 14, 48)

  • Dijo Saúl a los quenitas: «Marchaos, apartaos de los amalecitas, no sea que os haga desaparecer con ellos, pues os portasteis bien con todos los israelitas cuando subían de Egipto»; y los quenitas se apartaron de los amalecitas. (I Samuel 15, 6)

  • Batió Saúl a los amalecitas desde Javilá, en dirección de Sur que está al este de Egipto. (I Samuel 15, 7)

  • Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema. (I Samuel 15, 8)

  • Yahveh te ha enviado por el camino y te ha dicho: "Vete, y consagra al anatema a estos pecadores, los amalecitas, hazles la guerra hasta el exterminio". (I Samuel 15, 18)

  • Saúl respondió a Samuel: «¡Yo he obedecido a Yahveh! Anduve por el camino por el que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he entregado al anatema a los amalecitas. (I Samuel 15, 20)

  • Después dijo Samuel: «Traedme a Agag, rey de los amalecitas», y vino Agag hacia él y se resistía diciendo: «En verdad es amarga la muerte.» (I Samuel 15, 32)

  • Subía David con su gente y hacía incursiones contra los guesuritas, los guirzitas y los amalecitas, pues éstos son los habitantes de la región, desde Telam, yendo hacia Sur, hasta la tierra de Egipto. (I Samuel 27, 8)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina