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  • Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. (Génesis 3, 8)

  • "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí". (Génesis 3, 10)

  • Lamec dijo a sus mujeres: "¡Adá y Silá, escuchen mi voz: mujeres de Lamec, oigan mi palabra! Yo maté a un hombre por una herida, y a un muchacho por una contusión. (Génesis 4, 23)

  • y sus fronteras llegaron desde Sidón hasta Gaza por el camino de Guerar; y hasta Lesa, yendo hacia Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím. (Génesis 10, 19)

  • En tiempos de Amrafel, rey de Senaar, de Arioc, rey de Elasar, de Quedorlaomer, rey de Elám, y de Tidal, rey de Goím, (Génesis 14, 1)

  • estos hicieron la guerra contra Berá, rey de Sodoma, Birsá, rey de Gomorra, Sinab, rey de Admá, Zeméber, rey de Seboím, y contra el rey de Belá, es decir, de Soar. (Génesis 14, 2)

  • Entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboím, y el rey de Belá -o Soar- avanzaron y presentaron batalla en el valle de Sidím (Génesis 14, 8)

  • a Quedorlaomer, rey de Elám, a Tidal, rey de Goím, a Amrafel, rey de Senaar, y a Arioc, rey de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco. (Génesis 14, 9)

  • Agar llamó al Señor, que le había hablado, con este nombre: "Tú eres El Roí, que significa ‘Dios se hace visible’", porque ella dijo: "¿No he visto yo también a aquel que me ve?". (Génesis 16, 13)

  • Por eso aquel pozo, que se encuentra entre Cades y Bered, se llamó Pozo de Lajai Roí, que significa "Pozo del Viviente que me ve". (Génesis 16, 14)

  • Dios escuchó la voz del niño, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: "¿Qué te pasa, Agar?", le dijo. "No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. (Génesis 21, 17)

  • Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. (Génesis 24, 62)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina