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  • Amarra en la vid a su burrito, y a la cepa el hijito de su burra. Lava en el vino su túnica y en la sangre de los racimos su manto. (Génesis 49, 11)

  • Sus ojos están encandilados de vino y sus dientes más blancos que la leche. (Génesis 49, 12)

  • El Angel de Dios que iba delante de los israelitas pasó detrás de ellos; también la nube en forma de columna vino a colocarse detrás, (Exodo 14, 19)

  • y el otro se llamaba Eliezer, (porque dijo: El Dios de mi padre vino en mi ayuda y me libró de la espada de Faraón). (Exodo 18, 4)

  • Con el primer cordero ofrecerás una décima de medida de flor de harina amasada con un cuarto de sextario de aceite de oliva, y como libación, un cuarto de sextario de vino. (Exodo 29, 40)

  • No se ofrecerá sobre este altar incienso profano, ni holocausto, ni víctima, ni se derramará sobre él vino alguno. (Exodo 30, 9)

  • Entonces la Nube vino a cubrir la Tienda de las Citas y la Gloria de Yavé llenó la Morada. (Exodo 40, 34)

  • «Ni tú ni tus hijos tomen vino ni bebida alcohólica cuando entren a la Tienda de las Citas, no sea que mueran. Esto será un decreto perpetuo para sus descendientes. (Levítico 10, 9)

  • Junto con esto, ofrecerán dos décimas de flor de harina amasada con aceite, y como sacrificio de suave aroma para Yavé. Al mismo tiempo ofrecerán vino, unas dos botellas. (Levítico 23, 13)

  • no beberá ni vino ni bebida alguna que pueda embriagar, ni vinagre hecho de vino o de otra bebida embriagante cualquiera, ni tampoco jugo alguno exprimido de uvas; no comerá uvas frescas ni pasas. (Números 6, 3)

  • El sacerdote lo mecerá todo delante de Yavé como se hace con las ofrendas. Son cosas consagradas y pertenecen al sacerdote, lo mismo que el pecho que fue mecido y el pernil que fue ofrecido. Hecho esto, el nazireo ya podrá beber vino. (Números 6, 20)

  • y un cuarto de medida de vino para la libación; añadirás esto al holocausto o al sacrificio de cada cordero. (Números 15, 5)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina