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  • Esa fue la ofrenda de los jefes de Israel en la dedicación del altar, el día en que fue consagrado: doce fuentes de plata, doce platillos de plata y doce navetas de oro. (Números 7, 84)

  • En cambio, si se toca una sola, será para que los responsables, los jefes de mil, se reúnan contigo. (Números 10, 4)

  • "Envía hombres adelante para que exploren esa tierra de Canaán que voy a darles a los israelitas. Cada tribu elija como representante a uno de sus jefes". (Números 13, 2)

  • Moisés los envió pues desde el desierto de Parán según la orden de Yavé. Todos esos hombres eran jefes de Israel. (Números 13, 3)

  • se rebelaron contra Moisés. Les siguieron doscientos cincuenta israelitas, todos jefes de la comunidad, miembros del consejo y personajes conocidos. (Números 16, 2)

  • "Diles a los Israelitas que te traigan una varilla por tribu, una varilla por cada uno de los jefes de tribu. Serán pues doce varillas; y tú escribirás en la varilla respectiva el nombre de cada uno. (Números 17, 17)

  • Moisés transmitió esas palabras a los israelitas y cada uno de los jefes le dio una varilla. Cada tribu tenía su varilla, que era llevada por su jefe, o sea, en total doce varillas. La varilla de Aarón estaba junto con las demás. (Números 17, 21)

  • ¡Pozo que cavaron los jefes, pozo que perforaron los príncipes del pueblo con su cetro y su bastón!" Del desierto subieron a Matana, (Números 21, 18)

  • Balaam les dijo: "Alójense en mi casa por esta noche, y les responderé según lo que me diga Yavé". Los jefes de Moab se quedaron pues en casa de Balaam. (Números 22, 8)

  • Balaam se levantó muy de madrugada y les dijo a los jefes enviados por Balac: "Regresen a su país, porque Yavé no quiso que fuera con ustedes". (Números 22, 13)

  • Se levantaron entonces los jefes de Moab y retornaron donde Balac: "Balaam, dijeron, se niega a venir con nosotros." (Números 22, 14)

  • Balac envió de nuevo a otros jefes más numerosos y más ilustres que los primeros. (Números 22, 15)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina