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«Hijo mío, toma a tus hijos y márchate a Media, porque creo en la palabra que pronunció Dios por medio de Nahúm sobre Nínive. Todo lo que pronunciaron los profetas de Israel enviados por Dios sobre Asur y Nínive se realizará; ninguna palabra se perderá, sino que todo se cumplirá a su tiempo. Será más fácil salvarse en Media que en Asiria y Babilonia, porque sé y creo que todo cuanto ha dicho Dios se cumplirá. Nuestros hermanos que viven en el país de Israel serán dispersados y desterrados de esa buena tierra, de manera que todo el país de Israel quedará desierto. Jerusalén y Samaria quedarán desiertas. La Casa de Dios será quemada por algún tiempo, (Tobías 14, 4)
Pero, si he actuado así, tan sólo ha sido para que no creyesen que la gloria de un hombre estaba por encima de tu gloria; a nadie estoy dispuesto yo a adorar sino tan sólo a ti, Señor, y no creo que en esto haya soberbia. (Ester 13, 14)
pero no preguntan: «¿Dónde está Dios, que nos creó, que da en las noches cantares de júbilo, (Job 35, 10)
Suyo es el mar, él fue quien lo creó, y la tierra firme, que formaron sus manos. (Salmos 95, 5)
¡Entremos, agachémonos, postrémonos; de rodillas ante el Señor que nos creó! (Salmos 95, 6)
al que creó las grandes luminarias, porque su amor perdura para siempre. (Salmos 136, 7)
Yavé me creó -fue el inicio de su obra- antes de todas las criaturas, desde siempre. (Proverbios 8, 22)
El creó todas las cosas para que existan; las especies que aparecen en la naturaleza son medicinales, y no traen veneno ni muerte. La tierra no está sometida a la muerte, (Sabiduría 1, 14)
Pero Dios creó al hombre a imagen de lo que en él es invisible, y no para que fuera un ser corruptible. (Sabiduría 2, 23)
El Señor fue quien creó la sabiduría; la vio, le tomó las medidas, la difundió en todas sus obras, (Sirácides (Eclesiástico) 1, 9)
Cuando al principio creó al hombre, lo dejó en manos de su propia conciencia: (Sirácides (Eclesiástico) 15, 14)
Entonces el Creador del universo me dio una orden, el que me creó me indicó dónde levantar mi tienda. Me dijo: "¡Instálala en Jacob, que Israel sea tu propiedad!" (Sirácides (Eclesiástico) 24, 8)
