pronađen 17 Rezultati za: Preguntarle
Volvió a preguntarle: «¿Eres de verdad mi hijo Esaú? » Contestó Jacob: «Sí, yo soy». (Génesis 27, 24)
Pero el rey respondió: «¡Ustedes nunca me comprenderán, hijos de Sarvia! Si Yavé le ordenó que me maldijera, ¿quién podrá preguntarle por qué lo hace?» (2 Samuel 16, 10)
La reina de Saba había tenido noticias de la fama de Salomón y vino a preguntarle sobre cuestiones muy difíciles. (1 Reyes 10, 1)
Pero él se negó. Entonces llamó ella a Hatac, uno de los hombres castrados que el rey había puesto a su servicio, y le mandó que fuera donde Mardoqueo a preguntarle qué era lo que le pasaba y por qué actuaba de esa forma. (Ester 4, 5)
Después de haber compartido el banquete ofrecido por Ester, el rey volvió a preguntarle: (Ester 7, 1)
Eso es lo que quiero y te pido. Pues todos nosotros hemos sido condenados al exterminio, a la matanza y al aniquilamiento. Si sólo hubiésemos sido condenados a ser esclavos o peones, me habría quedado callada, pero resulta que ahora nuestro enemigo no podrá reparar el daño que con ello va a hacer al rey.» El rey la interrumpió para preguntarle: (Ester 7, 4)
a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» (Evangelio según San Mateo 11, 3)
Jesús había entrado al Templo y estaba enseñando, cuando los sumos sacerdotes y las autoridades judías fueron a su encuentro para preguntarle: «¿Con qué derecho haces todas estas cosas? ¿Quién te lo ha encargado?» (Evangelio según San Mateo 21, 23)
Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?» (Evangelio según San Mateo 26, 22)
De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir. (Evangelio según San Marcos 9, 32)
Después algunos empezaron a escupirle. Le cubrieron la cara y le golpeaban antes de preguntarle: «¡Hazte el profeta!» Y los policías del Templo lo abofeteaban. (Evangelio según San Marcos 14, 65)
Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? ¡Mira de cuántas cosas te acusan!» (Evangelio según San Marcos 15, 4)
