Trouvé 119 Résultats pour: sabio

  • Procúrese el Faraón un hombre inteligente y sabio y póngalo al frente de Egipto. (Génesis 41, 33)

  • El Faraón dijo a José: "Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay hombre tan inteligente y sabio como tú; (Génesis 41, 39)

  • Guardadlos y ponedlos por obra, pues ello os hará sabios y sensatos ante los pueblos. Cuando éstos tengan conocimiento de todas estas leyes exclamarán: No hay más que un pueblo sabio y sensato, que es esta gran nación. (Deuteronomio 4, 6)

  • Uno de los jóvenes le dijo: "Yo conozco a un hijo de Jesé, el de Belén, que toca muy bien la cítara; es valiente y hombre de guerra, sabio en sus palabras, de buena presencia, y el Señor está con él". (I Samuel 16, 18)

  • Tu siervo Joab ha obrado de este modo para dar otro aspecto al asunto. Pero mi señor es sabio con la sabiduría del ángel de Dios, y sabe cuanto pasa en la tierra". (II Samuel 14, 20)

  • hago lo que has dicho. Te doy un corazón sabio y prudente, como no hubo antes de ti ni lo habrá después. (I Reyes 3, 12)

  • fue más sabio que cualquier otro hombre; más que Etán, el ezrajita; más que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Majol; y su fama se extendió por todas las naciones circunvecinas. (I Reyes 5, 11)

  • Cuando Jirán escuchó el mensaje de Salomón, se alegró sobremanera y exclamó: ¡Bendito sea el Señor, que ha dado a David un hijo sabio, que gobierne a ese gran pueblo!". (I Reyes 5, 21)

  • La puerta oriental le tocó a Selamías. A su hijo Zacarías, sabio consejero, le tocó la del norte. (I Crónicas 26, 14)

  • Jonatán, tío de David, consejero, sabio y escriba, se ocupaba de los hijos del rey, juntamente con Yejiel, hijo de Jacmoní. (I Crónicas 27, 32)

  • Y continuaba: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, creador del cielo y de la tierra, que ha dado al rey David un hijo sabio, entendido, sensato y prudente, que está para construir un templo al Señor y un palacio real. (II Crónicas 2, 11)

  • Sabio de mente y robusto de fuerza, ¿quién puede resistirle impunemente? (Job 9, 4)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina