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  • Respondió: "Me he abrasado en celo por el Señor todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han destruido tus altares, han pasado a espada a tus profetas. He quedado yo solo, y me buscan para quitarme la vida". (I Reyes 19, 10)

  • Respondió: "Me he abrasado en celo por el Señor todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han destruido tus altares, han pasado a espada a tus profetas. He quedado yo solo y me buscan para quitarme la vida". (I Reyes 19, 14)

  • Gloriaos en su santo nombre, alégrese el corazón de los que buscan al Señor. (I Crónicas 16, 10)

  • a los que buscan de todo corazón a Dios, el Señor, el Dios de sus padres, aun cuando no tengan la pureza necesaria para las cosas sagradas". (II Crónicas 30, 19)

  • Pues me había avergonzado de solicitar del rey tropa y gente de a caballo para protegernos de eventuales enemigos durante el viaje, después de haber hablado al rey en estos términos: "La mano de nuestro Dios se extiende para bendecir a todos los que lo buscan; su poder y su furor caen sobre todos los que lo abandonan". (Esdras 8, 22)

  • a los que desean la muerte que no llega, y la buscan más que se busca un tesoro; (Job 3, 21)

  • para que no se irrite y os veáis perdidos, pues su cólera se inflama en un instante. ¡Dichosos los que en él buscan refugio! (Salmos 2, 12)

  • Despliega tu bondad, tú que salvas de sus opresores a los que buscan refugio en tu derecha; (Salmos 17, 7)

  • Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: "¡Viva su corazón eternamente!". (Salmos 22, 27)

  • Tal es la raza de los que lo buscan, los que buscan el rostro del Dios de Jacob. (Salmos 24, 6)

  • los ricos caen en la miseria y pasan hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta. (Salmos 34, 11)

  • Queden confundidos y deshonrados los que buscan mi vida, retrocedan cubiertos de vergüenza los que maquinan mi desgracia; (Salmos 35, 4)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina