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los que juegan con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro en que confían los hombres, y cuyo afán de adquirir no tiene fin; (Baruc 3, 17)
los que labran la plata con cuidado, mas no dejan rastro de sus obras? (Baruc 3, 18)
Ahora vais a ver en Babilonia dioses de plata, de oro y de ma madera, que son llevados a hombros y que infunden temor a los gentiles. (Baruc 6, 3)
Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo emplean en sus propios gastos, y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza. (Baruc 6, 9)
Los adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y madera; pero éstos no se libran ni de la roña ni de los gusanos. (Baruc 6, 10)
¿Cómo, en efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera. (Baruc 6, 29)
A los peñasos sacados del monte se parecen esos maderos recubiertos de oro y plata, y sus servidores quedan en vergüenza. (Baruc 6, 38)
Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos. (Baruc 6, 57)
Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en inmundicia; ni su plata, ni su oro les podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque ello era la ocasión de su culpa. (Ezequiel 7, 19)
Brillabas así de oro y plata, vestida de lino fino, de seda y recamados. Flor de harina, miel y aceite era tu alimento. Te hiciste cada día más hermosa, y llegaste al esplendor de una reina. (Ezequiel 16, 13)
Tomaste tus joyas de oro y plata que yo te había dado y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte ante ellas. (Ezequiel 16, 17)
Como se pone junto plata, cobre, hierro, plomo y estaño en el horno, y se atiza el fuego por debajo para fundirlo todo, así os juntaré yo en mi cólera y mi furor; os pondré y os fundiré. (Ezequiel 22, 20)