Trouvé 177 Résultats pour: muertos

  • La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente, ni siquiera a los muertos les rehúses tu gracia. (Eclesiástico 7, 33)

  • Por eso fue deportado mi pueblo sin sentirlo, sus notables estaban muertos de hambre, y su plebe se resecaba de sed. (Isaías 5, 13)

  • Y cuando os dijeren: «Consultad a los nigromantes y a los adivinos que bisbisean y murmujean; ¿es que no consulta un pueblo a sus dioses, por los vivos a los muertos?»: (Isaías 8, 19)

  • Con tal de no arrodillarse entre los prisioneros, entre los muertos caerían. Con todo eso no se ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida. (Isaías 10, 4)

  • Pero tú has sido arrojado fuera de tu sepulcro, como un brote abominable, recubierto de muertos acuchillados, arrojados sobre las piedras de la fosa, como cadáver pisoteado. (Isaías 14, 19)

  • de rumores henchida, ciudad alborotada, villa bullanguera? Tus caídos no son caídos a espada ni muertos en guerra. (Isaías 22, 2)

  • Los muertos no vivirán, las sombras no se levantarán, pues los has castigado, los has exterminado y has borrado todo recuerdo de ellos. (Isaías 26, 14)

  • Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu rocío, y la tierra echará de su seno las sombras. (Isaías 26, 19)

  • ¿Acaso le ha herido como hirió a quien le hería? ¿ha sido muerto él como fueron muertos sus matadores? (Isaías 27, 7)

  • Palpamos la pared como los ciegos y como los que no tienen ojos vacilamos. Tropezamos al mediodía como si fuera al anochecer, y habitamos entre los sanos como los muertos. (Isaías 59, 10)

  • ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo! (Jeremías 8, 23)

  • y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás. (Jeremías 31, 40)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina