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Si la copa se llega a encontrar en poder de alguno de nosotros, el que la tenga morirá, y todos los demás seremos tus esclavos". (Génesis 44, 9)
Moisés dijo a Jobab, que era hijo de su suegro Reuel, el madianita: "Nosotros vamos a emprender la marcha hacia el lugar que el Señor prometió darnos. Ven con nosotros, y seremos generosos contigo, porque el Señor prometió ser generoso con Israel". (Números 10, 29)
Si alguno sale fuera de las puertas de tu casa, su sangre caerá sobre su cabeza y nosotros seremos inocentes. Pero la sangre de todos los que estén contigo dentro de la casa, caerá sobre nuestras cabezas, si alguien pone su mano sobre alguno de ellos. (Josué 2, 19)
y así seremos como todas las naciones. Nuestro rey nos juzgará, saldrá al frente de nosotros y combatirá en nuestros combates". (I Samuel 8, 20)
Si él es capaz de combatir conmigo y me derrota, seremos esclavos de ustedes. Pero si yo puedo más que él y lo derroto, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán". (I Samuel 17, 9)
Entonces les dije: "Ustedes ven en qué lamentable situación nos encontramos. Jerusalén está en ruinas y sus puertas incendiadas. ¡Reconstruyamos las murallas de Jerusalén, y no seremos más objeto de oprobio!". (Nehemías 2, 17)
porque es preferible que seamos sus prisioneros: así seremos esclavos, pero salvaremos nuestra vida y no tendremos que contemplar con nuestros propios ojos la muerte de nuestros pequeños, y no veremos a nuestras mujeres y a nuestros hijos exhalar el último suspiro. (Judit 7, 27)
Además, el Señor hará recaer sobre nuestra cabeza, en medio de las naciones donde estaremos cautivos, la matanza de nuestros hermanos, la deportación de la gente del país y la devastación de nuestra herencia; y seremos objeto de burla y escarnio por parte de nuestros conquistadores. (Judit 8, 22)
¿Por qué seremos tenidos por animales y pasaremos por torpes ante tus ojos? (Job 18, 3)
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! (Salmos 80, 4)
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! (Salmos 80, 8)
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! (Salmos 80, 20)
