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El Señor escuchó su voz y cuando la llevaban a la muerte, (Daniel 13, 44)
que se puso a gritar: «Yo soy inocente de la muerte de ésta.» (Daniel 13, 46)
les dieron muerte para cumplir la ley de Moisés y ese día se salvó una vida inocente (Daniel 13, 62)
Y mandó sacar del foso a Daniel, y arrojar allí a los que buscaban su muerte, que en su presencia fueron devorados al instante. (Daniel 14, 42)
Por eso les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte. (Oseas 6, 5)
¿Yo los libraré del poder del sepulcro? ¿Yo los salvaré de la Muerte? ¡No! ¿Dónde están, oh Muerte, tus plagas? ¿Dónde están, oh Sepulcro, tus azotes? No quiero tenerles más compasión. (Oseas 13, 14)
Entonces invocaron a Yavé y le dijeron: «Oh Yavé, no nos hagas perecer a todos por causa de este hombre, ni nos consideres culpables de su muerte, ya que tú, Yavé, has obrado todo según deseabas.» (Jonás 1, 14)
Al salir el sol, Yavé hizo soplar viento caliente desde el este. El sol acaloró tanto a Jonás que éste se desmayó. Se deseó la muerte y dijo: «Mejor es morir que vivir.» (Jonás 4, 8)
¡Ciertamente es traidora la riqueza! El hombre es un tonto, y no gana nada el que ensancha su codicia y se pone insaciable igual que la muerte, que se apodera de todas las naciones y acapara para él todos los pueblos. (Habacuc 2, 5)
Dispondré el ánimo de los descendientes de David y de los habitantes de Jerusalén para que vuelvan a mí con amor y confianza. Llorarán por aquel que ha sido traspasado, como se siente la muerte de un hijo único, y lo echarán de menos como se lamenta el fallecimiento del primer hijo. (Zacarías 12, 10)
Y si alguno intenta hacerse de profeta, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: «Mereces la muerte, porque no dices más que mentiras en nombre de Yavé.» Y sus mismos padres lo traspasarán mientras profetice. (Zacarías 13, 3)
permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo. (Evangelio según San Mateo 2, 15)
