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y Josué hizo una enorme matanza entre la gente de Amalec. (Exodo 17, 13)
Los israelitas que volvían de la matanza se adueñaron del resto; también los hombres de las aldeas y granjas de las llanuras y montañas recogieron gran botín de todo lo que los enemigos habían abandonado. (Judit 15, 7)
Eso es lo que quiero y te pido. Pues todos nosotros hemos sido condenados al exterminio, a la matanza y al aniquilamiento. Si sólo hubiésemos sido condenados a ser esclavos o peones, me habría quedado callada, pero resulta que ahora nuestro enemigo no podrá reparar el daño que con ello va a hacer al rey.» El rey la interrumpió para preguntarle: (Ester 7, 4)
Nos entregas como ovejas a la matanza, y nos dispersas en medio de las naciones. (Salmos 44, 12)
Jasón hizo una cruel matanza de sus conciudadanos, sin darse cuenta que las victorias contra los de su propia nación son la mayor derrota; creía triunfar sobre enemigos cuando, en realidad, eran los de su pueblo. (2 Macabeos 5, 6)
En sólo tres días hubo ochenta mil víctimas; cuarenta mil perecieron en la matanza y otros tantos fueron vendidos como esclavos. (2 Macabeos 5, 14)
que no se olvidara de la injusta matanza de niños inocentes y manifestara su indignación contra aquellos que habían insultado su Nombre. (2 Macabeos 8, 4)
Sobre cualquier cerro alto y sobre cualquier colina elevada habrá arroyuelos y vertientes cuando llegue el día de la gran matanza y se vengan abajo los castillos. (Isaías 30, 25)
Yavé está enojado con todas las naciones y está enfurecido contra sus ejércitos. Los ha condenado a la destrucción, los ha entregado a la matanza. (Isaías 34, 2)
La espada de Yavé está cubierta de sangre y está bañada en grasa, con sangre de corderos y de chivos, con la grasa de los riñones de los carneros. Porque Yavé ha hecho un sacrificio en Bosra, y una gran matanza en tierra de Edom. (Isaías 34, 6)
«Por eso, se acerca el tiempo, dice Yavé, en que no se hablará más de Tofet ni del valle de Ben-Hinón, sino del Valle de la Matanza. Y se enterrará a la gente en Tofet, porque no habrá otro lugar, (Jeremías 7, 32)
En cambio, a mí me conoces, Yavé; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero y señálalos para el día de la matanza. (Jeremías 12, 3)