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  • En cierta ocasión estaba Jacob cocinando un guiso, cuando llegó Esaú del campo, muy agotado. (Génesis 25, 29)

  • Cuando la gente de aquel país le preguntaba quién era la mujer que iba con él, les decía: «Es mi hermana». Porque tenía miedo a decir que era su esposa, para que no lo fueran a matar por causa de Rebeca, que era muy bonita. (Génesis 26, 7)

  • Llevaba ya bastante tiempo allí, cuando Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, sorprendió a Isaac acariciando a Rebeca. (Génesis 26, 8)

  • Cuando Esaú tenía cuarenta años, tomó por esposa a Judit, hija de Berí el heteo, y a Basemat, hija de Elón, heteo también. (Génesis 26, 34)

  • Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con Esaú. Cuando éste se fue al campo en busca de caza para su padre, (Génesis 27, 5)

  • Apenas Isaac había terminado de bendecirle, y Jacob había salido de la pieza de su padre, cuando llegó Esaú, su hermano, con el producto de su caza. (Génesis 27, 30)

  • De tu espada vivirás y a tu hermano servirás; pero cuando así lo quieras, quitarás su yugo de tu cuello.» (Génesis 27, 40)

  • Cuando ya no esté enojado y haya olvidado lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte y volverás. Pero no quiero perderlos a ustedes dos en un mismo día.» (Génesis 27, 45)

  • Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora. (Génesis 29, 9)

  • Cuando por la tarde llegaba Jacob del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: «Esta noche dormirás conmigo, pues te he alquilado por unas manzanas de mi hijo.» (Génesis 30, 16)

  • Poco era lo que tenías antes de que yo llegara aquí; pero después creció enormemente y Yavé te ha bendecido. ¿Cuándo, pues, podré trabajar para mi propia casa?» (Génesis 30, 30)

  • Comprobarás mi honradez el día de mañana cuando quieras verificar personalmente lo que me llevo. Todo lo que no sea manchado o rayado entre las cabras, ni negro entre los corderos, será considerado como un robo de mi parte.» (Génesis 30, 33)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina