Exodo, 16
31. La casa de Israel lo llamó maná. Era como semilla de cilantro, blanco, y con sabor a torta de miel.
31. La casa de Israel lo llamó maná. Era como semilla de cilantro, blanco, y con sabor a torta de miel.
El Capítulo 16 de Éxodo describe la provisión de Dios para el pueblo de Israel en el desierto a través del maná y la codorniz. Además, existe la instrucción para recolectar maná y prohibirlo durante la noche. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
Deuteronomio 8:3 - "Y él te humilló, y te dejó hambre, y te mantuvo con maná, que no sabías, ni tus padres lo conocían; para darte la impresión de que el hombre no vivirá solo pan, sino de todo eso sale de la boca del Señor vivirá al hombre ". Este versículo se refiere al maná proporcionado por Dios en el desierto y señala que el pueblo de Israel necesitaba depender de Dios para su provisión.
Juan 6:31 - "Nuestros padres comieron maná en el desierto, como está escrito, les dio el pan del cielo". En este versículo, Jesús menciona a Maná como un milagro realizado por Dios para proporcionar comida al pueblo de Israel.
2 Corintios 8:15 - "Como está escrito, lo que no se ha cosechado mucho más; y lo que no ha estado cosechando no menos". Este versículo se refiere a la instrucción de Dios sobre la colección de maná, que debería ser suficiente para cada día.
Éxodo 16:4 - "Entonces el Señor le dijo a Moisés, he aquí, haré que llueva el pan del cielo, y la gente saldrá, y reunirá la porción diariamente para cada día, para que pueda probarlo si está en mi ley o no ". Este es uno de los versos que describen la provisión de Dios para el pueblo de Israel a través del maná.
Éxodo 16:19-20 - "Y Moisés les dijo que nadie lo deja a la mañana siguiente. Pero no escucharon a Moisés, y algunos lo dejaron a la mañana siguiente, y crearon animales y olieron mal; y Moisés fue indignado contra ellos ". Estos versículos describen la prohibición de mantener el maná durante la noche y la consecuencia de la desobediencia a este orden.
“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina
