Löydetty 475 Tulokset: espíritu

  • Pero nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; y el que no es de Dios no nos escucha. En esto distinguimos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. (I Juan 4, 6)

  • Por esto conocemos que estamos con él y él en nosotros: porque él nos ha dado su Espíritu. (I Juan 4, 13)

  • Es él, Jesucristo, el que ha venido con agua y sangre; no sólo con agua, sino con agua y sangre. Y es el Espíritu el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. (I Juan 5, 6)

  • el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. (I Juan 5, 8)

  • Estos son los que provocan discordias, hombres sensuales, privados del Espíritu. (Judas 1, 19)

  • Vosotros, en cambio, queridos, asentaos en el cimiento de vuestra santa fe, orad en el Espíritu Santo; (Judas 1, 20)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios. (Apocalipsis 2, 7)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. El vencedor no será víctima de la segunda muerte. (Apocalipsis 2, 11)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor le daré el maná escondido y una piedra blanca, y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe. (Apocalipsis 2, 17)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (Apocalipsis 2, 29)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (Apocalipsis 3, 6)

  • El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (Apocalipsis 3, 13)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina