Löydetty 15 Tulokset: cubiertos

  • y la llevaron delante del Señor: seis carros cubiertos y doce bueyes, un carro por cada dos y un buey por cada uno de los príncipes, y la ofrecieron delante de la tienda. (Números 7, 3)

  • Tenían sus turbantes cubiertos de ceniza y clamaban al Señor con toda su fuerza para que velase por la casa de Israel. (Judit 4, 15)

  • Mandó que la pasaran adonde tenía sus cubiertos de plata, y ordenó que se le sirviera de sus manjares y que le dieran a beber de su vino. (Judit 12, 1)

  • Tus enemigos quedarán cubiertos de ignominia, y la tienda de los malvados desaparecerá. (Job 8, 22)

  • Queden confundidos y deshonrados los que buscan mi vida, retrocedan cubiertos de vergüenza los que maquinan mi desgracia; (Salmos 35, 4)

  • que queden confundidos y cubiertos de vergüenza los que tratan de quitarme la vida, que huyan afrentados los que pretenden mi ruina; (Salmos 40, 15)

  • que queden cubiertos de vergüenza los que buscan mi muerte, que retrocedan afrentados los que quieren mi ruina; (Salmos 70, 3)

  • Arrojaron las armas e hicieron las paces. Los judíos, cubiertos de gloria ante el rey y todos sus súbditos, se hicieron famosos en todo el reino y volvieron a Jerusalén cargados de botín. (I Macabeos 11, 51)

  • Se darán a la fuga, cubiertos de vergüenza, los que confían en sus ídolos, los que dicen a las imágenes fundidas: ¡Vosotros sois nuestros dioses! (Isaías 42, 17)

  • Todos los fieles de esta estatua quedarán en ridículo; sus artífices quedarán cubiertos de vergüenza. (Isaías 44, 11)

  • ¡Oh esperanza de Israel, Señor, todos los que te abandonan serán cubiertos de vergüenza; los que se apartan de ti, serán condenados, porque abandonaron al Señor, la fuente de agua viva! (Jeremías 17, 13)

  • Que sean cubiertos de vergüenza mis perseguidores, y no yo; queden ellos consternados, y no yo. Haz venir sobre ellos el día de la desgracia, destrózalos con doble destrozo. (Jeremías 17, 18)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina