Löydetty 259 Tulokset: orden

  • en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús. (Romanos 3, 26)

  • Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, (Romanos 8, 3)

  • De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación. (Romanos 13, 2)

  • En esto, hermanos, me he puesto como ejemplo a mí y a Apolo, en orden a vosotros; para que aprendáis de nosotros aquello de «No propasarse de lo que está escrito» y para que nadie se engría en favor de uno contra otro. (I Corintios 4, 6)

  • Pero hágase todo con decoro y orden. (I Corintios 14, 40)

  • No es una orden; sólo quiero, mediante el interés por los demás, probar la sinceridad de vuestra caridad. (II Corintios 8, 8)

  • Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, (Gálatas 1, 11)

  • En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos. (Efesios 2, 10)

  • si es que conocéis la misión de la gracia que Dios me concedió en orden a vosotros: (Efesios 3, 2)

  • para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, (Efesios 4, 12)

  • de la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la Palabra de Dios, (Colosenses 1, 25)

  • El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. (I Tesalonicenses 4, 16)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina